lunes, 20 de diciembre de 2010

Cosas de chicas


Ficha Técnica
Obra: Liliput. Una vida perfecta
Grupo: Umpa Lumpa Teatro
Autoras: Celeste Castro, Ana Paula López y Natalia Pelleritti
Actúa: Celeste Castro, Ana Paula López y Natalia Pelleritti
Técnico: Fernando Echenique
Dirección: Marcelo Massa
No es tarea sencilla hablar de una obra con un principio constructivo tan heterogéneo como el de Liliput. Una vida perfecta. La obra explora distintas facetas de la vida social femenina: transita por el rol de pareja, de madre, de amiga, desplegando una visión crítica de la mujer dentro de los acartonados parámetros de una sociedad pueblerina.
Las escenas se diferencian principalmente por la construcción discursiva de los parlamentos, que implica diferentes construcciones desde lo actoral. Sin embargo, la heterogeneidad de la obra no nos impide encontrar ciertas regularidades en su construcción. Podríamos diferenciar estas escenas a partir de los escenarios en los que se desarrollan: encontramos una fluctuación entre espacios definidos (como la peluquería o el baño) y espacios no definidos. Al mismo tiempo, en ellos se generan distintos tipos de parlamentos que en algunos casos se acercan al monólogo y en otros, al diálogo.
Los monólogos tienden a mostrar una visión que denuncia el “deber ser” sanjuanino, a veces mediante la crítica directa y otras veces a través de un juego que parodia esa voz rectora. Destacamos aquí el logro, tanto desde la interpretación como desde la dramaturgia, de la escena que confronta tres posiciones maternas con respecto al futuro de sus hijos. Este cruce de monólogos caricaturiza el mandato social, religioso y económico mediante hipérboles que toman posesión del cuerpo y la voz de las actrices.
En las escenas dialógicas encontramos una construcción más fuerte de los personajes. En éstas la voz de “lo sanjuanino” se corre para dejar lugar a la singularidad de mujeres reales, cada una con una historia para contar. La escena de la peluquería, sutilmente sugerida por las revistas que leen estas tres mujeres, es el ejemplo más logrado de este tipo de construcción escénica. En ella encontramos a mujeres marcadas por circunstancias que las llevaron a no cumplir con el mandato social de formar una familia dentro de un matrimonio “hasta que la muerte los separe”. Creemos que estas escenas de diálogo son un punto fuerte de la obra puesto que la presencia de personajes definidos logra mayor energía en las actuaciones, haciéndolas más parejas y fluidas.
También es destacable la coordinación en secuencias que rozan lo coreográfico, como la escena del maquillaje y el monólogo sobre la vida perfecta. Estas escenas manifiestan un trabajo intenso y armónico por parte de las actrices. Además, la originalidad y la gracia de la escena del maquillaje merecen una cuota de puntos a favor.
Finalmente, podemos decir que Liliput. Una vida perfecta constituye una propuesta fresca y diferente al tipo de teatro que estamos acostumbrados a ver en San Juan. Una frescura que encontramos tanto en el planteo estético como en la posibilidad de la inauguración de un teatro femenino en la provincia.
Dana Botti
Alejandra Silva

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cuentos de misterio e imaginación

Ficha Técnica

Obra: El corazón delator

Elenco: Tatuajefalso

Autor: Edgar Allan Poe

Actúa: Emiliano Voiro

Puesta en escena y dirección: José Annecchini

El espectador encuentra un escenario despojado cuyo único elemento escenográfico es una silla e inmerso en una oscuridad rota sólo por un haz de luz proveniente de una lámpara. Surge, así, una imagen de gran potencia: el narrador, el protagonista, el asesino con su lámpara. El corazón delator de Tatuajefalso es una ilustración fiel del relato de Poe y no basta la potencia de esta imagen como adaptación: la puesta sufre de literalidad respecto de su original narrativo.

Por su parte, Emiliano Voiro encara con compromiso un texto difícil, alcanzando una nueva etapa en su crecimiento actoral. En cuanto al trabajo corporal, si bien hubo algunas búsquedas, éstas pareciesen concentrase en lograr llevar al cuerpo la minuciosidad descriptiva de las acciones del cuento como si se tratara de acotaciones escénicas para el actor. Tal vez la obra se desarrollaría de una manera distinta si Voiro lograra romper la lograda estructura del decir para materializar lo dicho en acción.

En el mismo nivel que la actuación, la literalidad de la que hemos hablado produce una “puesta ilustrativa”. Lo sonoro como recurso responde al orden de lo esperable en función de la fidelidad buscada. Las luces apelan a la creación de un clima nocturno y construyen un espacio neutro que le marcan al actor los puntos por donde debe desplazarse.

No obstante lo señalado, en las funciones que nos ha tocado presenciar, Voiro ha llegado con su actuación al público generando respuestas claramente asociadas con el género del terror. El corazón delator funciona como obra de teatro, más allá de la literalidad de la puesta.

Y es que hay relatos que nos hablan del mundo, hay otros que nos hablan de nuestra provincia, que es el mundo. De esto se ha visto y mucho en la Teatrina 2010. El corazón delator nos habla de un hombre que mata a otro a causa de una obsesión. Tatuajefalso apuesta a un relato de género, de un autor clásico, asociado con el fantástico y el horror. Poe nos habla del mundo, sí, pero de manera oblicua, no declamativa. Los géneros de los relatos Poe apuntan a una recepción más bien física o que nos llegan por esa vía. La reflexión, es posterior. Tal vez este sea este un camino a explotar por los hacedores del teatro sanjuanino, un teatro de género apto para todo público (no solo para el público iniciado) que no apele privativamente a la comedia o al melodrama, un teatro terror.

Dana Botti

Federico Hueso

Sergio López

martes, 14 de diciembre de 2010

Ovillo del deseo


FICHA TECNICA:

Obra: Luisa

Grupo: Lanotannegra

Autor: Daniel Veronese
Actuación: Lorena López
Asistencia Técnica: Javier Cerimedo
Puesta en Escena: Natacha Saez - Juan Francisco López Búbica
Asistencia de Dirección: Juan Francisco López Búbica
Dirección: Natacha Sáez


No ha quedado demostrado, ni mucho menos,

que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible.

Antonin Artaud

Ovillando una historia, Luisa espera. Tarareando, espera. Con los pies en el aire, cuenta... Que Agustín volvió, que me dijo reina, mamá, que mi hombro parecía una colina de sal…

Lorena López permite que el texto de Veronese la habite. Con un manejo profundamente plástico de su cuerpo, crea a Luisa y a partir de ella se desdobla en Agustín y en su madre. El trabajo gestual, la voz y la actitud corporal, precisos, concretan una actuación que articula de manera fluida un personaje con otro: los vemos moverse, los escuchamos hablar y, paulatinamente, nos permiten ingresar en un mundo donde conviven la represión y el deseo.

La austeridad en los elementos escenográficos y de utilería reafirma un concepto que consideramos clave en toda la puesta: la sobriedad. Esto realza la interpretación, marcando un contraste con la abundancia de significados disparados desde la actuación.

De la misma manera que la economía de elementos escénicos permite la explosión del significante, el diseño lumínico ajusta el espacio actoral, construyendo alrededor de Luisa, acorralándola, restringiéndola. En un plano de significación distinto, la luz, ratifica mediante variaciones en la intensidad lumínica, las ondulaciones del relato producto de la tensión entre represión y deseo. En este marcado dialogo entre la luz y la actuación, se destacan las secuencias coreográficas que incorporan otro código de gran intensidad, la música.

Si bien la presencia de la música se hace evidente desde el comienzo de la obra, no sólo en el tararear de Luisa, sino principalmente en la rigurosidad matemática del manejo de los tiempos en la coordinación actuación-luces; es a partir de las coreografías que se instaura una nueva dimensión del personaje. La irrupción de la espectacularidad coreográfica pone al descubierto un mundo fantástico donde Luisa, absorta en su interioridad, es poseída por la intensidad de una emoción que detiene el correr del tiempo en una narración circular que es metáfora de su memoria, y por ende de su historia. En esta estrategia de vaivén entre fluires y remansos narrativos, se pone de relieve la efectividad de la obra, con una fuerte organicidad desde lo actoral y un trabajo de dirección preciso en el resto de la puesta.

Lanotannegra, propone reírnos de nosotros mismos a través de Luisa, logrando que de alguna manera nos identifiquemos con la protagonista desde el planteo visceral de sus conflictos. El elenco trabaja desde una búsqueda estética intensa que, sin embargo, no concluye en una propuesta hermética, lo cual permite la inclusión de un público muchas veces no habituado a presenciar teatro sanjuanino.

Dana Botti

Federico Hueso

Alejandra Silva

jueves, 2 de diciembre de 2010

El teatro que reflexiona sobre la inocencia

Ficha Técnica

Obra: Un país inocente

Grupo: Ciertas mujeres de Teatro de Arte

Autora: Tania Leyes

Actúan: Mónica Calvo, Katy Moya, Pilar Murcia y Ruth Ovin

Técnica: Romina Martín

Músico: Fabricio Montilla

Dirección: Tania Leyes

Ayudante de dirección: Estela Rodríguez

Desde una pequeña habitación, cuatro lucecitas alumbran la oscuridad de una sociedad cruel, necia y banal. La historia sangrienta y perturbadora de nuestro país es mostrada a partir de la ternura femenina. Un relato poético que requiere de la cercanía, de los necesarios sonidos referenciales, de una precisa cuota de luz y una intimidad que solo la afectividad puede revelar. Un país inocente es todo eso y más.

Esta obra propone una búsqueda en nuestra historia desde la capacidad de amar de cuatro mujeres. Personajes llenos de enigmas que ahondan en su ser femenino, y reflexionan sobre las formas de la protección. Tania Leyes, la autora, compromete desde la palabra las acciones de sus actores; aunque el trabajo actoral deja ver diferencias entre las experiencias de las actrices. Digamos a favor, que cada uno de los personajes ha logrado el contraste anímico que requiere la trama. Las actuaciones basadas en una sencillez expresiva, despliegan humanidad y logran en conjunto un equilibrio donde gana la ternura. Mónica Calvo moviliza emociones desde Daniela, un personaje hermoso, bien construido, con una voz encontrada que rearma la estremecedora historia del país. Katy Moya, Martha, la madre, se encuentra en el difícil trance de representar la guía del refugio y la dureza de salvar a las demás por amor. Ruth Ovin, Nora, con una dulce gestualidad y toques de humor. Pilar Murcia, Graciela, quien anima y arriesga armar un personaje impaciente por vivir. Desde lo efímero de toda construcción actoral, estas actrices no dejan de estar atentas a la propia vida de la puesta. ¿Y qué obra no está expuesta a los límites de su propia teatralidad? Así este trabajo redescubre el mundo de lo afectivo y lo volátil enfrentado a la muerte, mientras que sus actrices dan forma y cuerpo a lo inconmensurable del miedo. Estas mujeres (estos personajes) nos entregan pequeños deslumbramientos (aún entre las fluctuaciones de las actuaciones) y aquí reside su carácter teatral. Cuatro actrices que titilan, con sus más y sus menos, durante unos momentos. Qué bonita forma de buscar en la realidad.

Todo este trabajo, es justo decirlo, está dirigido con celo por Tania Leyes. Quien ha buscado encontrar en el repudio a lo criminal de la historia argentina la ternura de los pequeños seres que la sufren. La obra plantea una breve historia que nos habla desde los vestigios de la afectividad y su representación escénica. A su vez, cierto carácter visual afirma la narración interior, trazos de una realidad que como mundo es casi desconocida, la experiencia del exilio interior, del autoaislamiento. Lo que entendemos por significado teatral se ve cohesionado por una historia y una representación que está oculta en una retórica de la interioridad. Esos personajes, esos cuerpos de mujer, reescriben los silencios del dolor, el propio y el social, y lo significan en imágenes de la ternura.

Por otra parte, existe al interior del movimiento teatral sanjuanino un proceso de maduración que lleva a producir obras que, como Un país inocente, fueron necesarias en el pasado de nuestra provincia, pero que no estuvieron (por obvias razones o no) y ese pasado tiende a completarse en un camino tardío, pero ineludible. ¿No hay algo de esto en el Festival por la Memoria?Toda la estética ligada a la cooperativa Teatro de Arte está en este proceso. Ver esta puesta, es leerla en el sentido de una transformación que involucra otros crecimientos y gestaciones del movimiento teatral local y de las estéticas que conviven en él. La Cooperativa Teatro de Arte es un pequeño laboratorio que con fragilidad prueba textos y actores, discursos y técnicas. Así, cuando se pida audacia y fuerza de rasgos a las obras locales, pensemos en el abanico generacional de nuestro teatro, en sus tiempos y posibilidades.

Jorge Fernández

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Locos a Tar



FICHA TECNICA:
Dirección y puesta en escena: Rosita Yunes
Asistencia de dirección/técnica: Marta Sisterna
Diseño escenografía y vestuario: Grupo Sobretabla
Diseño e iluminación: Leandro Martínez; Laura Villaflor;
Rubén González Mayo
Texto: Fernando Arrabal
Actores: Juan Bercerra (Fando); Andrea Gentili (Lis);
Virginia Martínez (Namur); Laura Villaflor (Mitaro);
Leandro Martínez (Toso).
–Juguemos.
– Si eres un gran pianista y te corto un brazo, ¿qué haces?
– Me dedico a pintar […]
– Si eres un gran pintor y te corto el otro brazo, ¿qué haces?
– Me dedico a bailar.
– Si eres un gran bailarín y te cortan las piernas, ¿qué haces?
– Me dedico a cantar.
– Si eres un cantante y te corto la garganta, ¿qué haces?
– Como estoy muerto, pido que con mi cuerpo se fabrique un hermoso tambor.
– Y si quemo el tambor, ¿qué haces?
– Me convierto en una nube que tome todas las formas.
– Si la nube se disuelve, ¿qué haces?
– Me convierto en lluvia, y hago que nazcan las hierbas.
– Ganaste. Me sentiré muy solo el día que no estés.
– Si algún día te sientes solo busca la maravillosa ciudad de Tar.
Al igual que Fando y Lis, el elenco Sobretabla también va en busca de una utopía, conmover al público; y es con este objetivo que se vuelcan todos los esfuerzos en la obra. Bajo la dirección de Rosa Yunes, encontramos una propuesta enfocada en lograr una unidad estilística desde todos aspectos de la puesta, haciendo hincapié en la importancia simbólica de cada elemento en escena.
Así es como hallamos una espacialidad escénica que se construye y se modifica desde la conjunción de tres factores esenciales. El primero de ellos es el escenográfíco, que no se instala como mera ornamentación, sino que en su diseño conjuga organicidad y funcionalidad. Al tiempo que la escenografía es refugio de los personajes, construye un espacio circular que apuntala la simultaneidad de escenas, como también refuerza desde los desplazamientos de los personajes la idea de recorrido.
El segundo factor que se conjuga con la escenografía es el trabajo lumínico. Funcionando comocorrelato de los actores, la luz crea espacios, recrea campamentos, marca caminos, oculta, desnuda, agrede, acompaña y, de una forma u otra, representa constantemente la posibilidad de crear un mundo.
El tercer factor es el de las actuaciones. Divididos los personajes en dos grupos, cada uno de ellos pone en juego, desde la construcción de sus relaciones internas, la tensión entre humor y crueldad propia de lo humano que plantea el texto. Fando y Lis se desplazan continuamente entre una tierna intimidad y una bestialidad descarnada. Son guiados todo el tiempo por una dependencia mutua (física o afectiva) que por momentos deja al descubierto el motor de una relación signada principalmente por el egoísmo. Así aparece en escena un registro actoral marcado por gestos y movimientos propios del mundo infantil, los cuales en ocasiones son sobrepasados por el texto. Es importante destacar que Claudio Becerra como Andrea Gentili, hacen un esfuerzo constante lo cual les permite retomar con habilidad el registro.
Por otro lado el desarrollo de los personajes encarnados por Laura Villaflor (Mitaro), Virginia Martínez (Namur) y Leandro Martínez (Toso), quienes juntos constituyen un trío que desde la simultaneidad de agresión, dureza y ternura instalan en la obra, a modo de metáfora, lo absurdo de la vida contemporánea y sus conflictos mientras se dirigen a la imaginaria Tar.
Fando y Lis está constantemente cruzada por profundas dualidades y contradicciones cuidadosamente establecidas para hacer de la obra un efectivo espectáculo “Pánico”. Hace circular al espectador entre el humor y la crueldad, despertando (alternadamente) la risa y la angustia prácticamente sin pausa. Sobretabla quizás no conmueva, ni jamás llegue a Tar, pero plantea una pregunta hasta el final ¿Hasta que punto somos completamente culpables o inocentes?
Federico Hueso

martes, 9 de noviembre de 2010

Fando y Lis


FICHA TECNICA:

Dirección y puesta en escena: Rosita Yunes

Asistencia de dirección/técnica: Marta Sisterna

Diseño escenografía y vestuario: Grupo Sobretabla

Diseño e iluminación: Leandro Martínez; Laura Villaflor;

Rubén González Mayo

Texto: Fernando Arrabal

Actores: Juan Bercerra (Fando); Andrea Gentili (Lis);

Virginia Martínez (Namur); Laura Villaflor (Mitaro);

Leandro Martínez (Toso).

El pasado 15 de agosto en el marco del Segundo Festival Nacional de Teatro “Ruptura”, se presentó la obra “Fando y Lis” del grupo teatral Sobretabla bajo la dirección de Rosita Yunes. Con texto de Fernando Arrabal, durante los cuarenta minutos que duró la función, el público sanjuanino tuvo una sobredosis de teatro del absurdo, con Ionesco y Beckett sobrevolando la escena. En cuanto al argumento poco se puede decir, ya que la obra deja de lado la lógica narrativa de causa y efecto y tal como ocurriría en un poema las imágenes y situaciones tienen la función de acumular e intensificar el mismo tema “el absurdo” en todas las facetas, que ya en este siglo XXI, conocemos de memoria: la soledad, la incomunicación, la opacidad del lenguaje, el fracaso de la ciencia y de la razón, el discurso de la historia como una más de tantas versiones, y por supuesto, la ausencia de dios.

A los personajes, a estos viajantes solo les ha quedado la presencia cruel y necesaria del Otro y la inercia de caminar para llegar a Tar, un sitio nuevo, no sabemos si mejor. En cuanto a la puesta, la obra propuso una escenografía simple y más bien despojada de cualquier elemento que pudiera distraer al espectador del único protagonista de la noche “el texto”. En el centro del escenario un árbol les marcaba a los personajes su movimiento cíclico y circular alrededor del mismo, una buena forma de solucionar los tiempos escénicos cuando se elige tener a todos los personajes juntos en escena diciendo largos parlamentos. Mientras estos personajes, siguiendo una extraña lógica espacial, caminaban, se desplazaban y se tocaban, la luz nos iba indicando dónde debíamos poner nuestra atención, apelando a un recurso sencillo pero siempre eficaz. Respecto a las actuaciones, Juan Becerra (Fando) se destacó sobre las demás, y esto ocurrió así, ya que de los cinco actores en escena fue al único cuyos parlamentos pudimos oír claramente y sin problema de dicción. No obstante, el esfuerzo de los actores se hizo notar, no así la presencia de una poética de dirección definida que guiara este esfuerzo.

Para concluir, podríamos decir que la ausencia de dicha poética convirtió la obra en un buen intento sin armonización ni organicidad, elementos estos que hubiesen evitado lo que finalmente sucedió, esa sensación “zapping” de estar viendo más de una obra a la vez.

Yanina Solís