sábado, 30 de octubre de 2010

Poetizar lo político


Ficha Técnica

Autor: Eduardo Rodríguez

Director: Juan Claudio Becerra

Actores: Marcelo Villanueva Meyer, Antonio De Tommaso, Verónica Collado, Ariel Montaña, Ángel Storniolo y Juan Claudio Becerra.

Diseño lumínico: Laura Villaflor

Sala: Teatro de Arte



La idea es lo más importante. Dicho así suena obvio. Pero cuando lo ideológico se encuentra indisolublemente unido al acto escénico, este se convierte en acto crítico. Tanto el texto de Rodríguez como la puesta de Becerra deben enmarcarse en la movida que ha generado los festejos del Bicentenario. “El fantasma de la revolución” construye política, y entendiendo que toda obra teatral es un acto político este elenco da a su público, de manera sincera y simple, la representación del discurso homogeneizante de la historia argentina. Allí paradójicamente podemos reconocernos en nuestra situación presente.

La puesta está resuelta de manera sencilla, eludiendo la tentación de enfatizar los varios planos de la dramaturgia empleada por Rodríguez. La dirección de Becerra plantea una escena despojada, en la cual tres elementos conforman un espacio donde el tiempo fluye del pasado al presente y viceversa. Un grotesco sillón, símbolo del poder; una cortina, que representa lo oculto de la trama histórica y lo invisible de las acciones políticas; y un viejo cartel que nos remite a la cruel pragmática de los negocios.

Esta obra es un intento de poetizar lo político, revisando la historia argentina, con una toma de posición sobre ella y de cómo nos ha sido contada. La puesta esboza el juego de múltiples ficciones dentro de la propia ficción de la obra, operando sobre la lección de historia que no es tal, la de los viejos manuales o los actos escolares. Así, el mérito de esta puesta es que nos invita a reflexionar sobre cómo se ha urdido la historia nacional, y por ello es que resulta en una obra necesaria. Los acentos no están desarrollados en lo estético ni en lo técnico, sino en rescatar al teatro en su función reflexiva.

Desde lo actoral, el grupo aborda bien la obra. Es muy perceptible y gratificante la vitalidad y alegría que trasmiten los actores. En este sentido son evidentes las ganas de hacer teatro, y precisamente ese es el motor invisible que nos mueve a concurrir a las salas a gustar de este arte. Por su parte, Becerra en su ópera prima, adquiere la experiencia para futuras producciones contando además con un grupo de actores con talento.

“El fantasma…” es una obra que merece todas las oportunidades, desde su sencillez puede disfrutarse como cuando se va al teatro por primera vez.

Jorge Fernandez