jueves, 1 de noviembre de 2012

La metafísica sube a escena



Ficha técnica
Obra: Fernando Gonzales, una velada metafísica
Director: Cristóbal Peláez.
Actores: (Juan David Toro, Diego Sánchez, Beatríz Prada, Sergio Dávila, Juan David Correa, Jonathan Cadavid, Margarita Betancur, María Isabel García, Ángela María Muñoz, John Fernando Ospina).
        
Exquisita, brillante, provocadora y humorística. ¿Qué más se puede decir sobre esta obra que no se haya dicho ya en Otra parte? El jueves 28 de septiembre en el Teatro Sarmiento, de la mano del elenco de Matacandelas, Fernando Gonzales, controvertido escritor y filósofo colombiano, volvió a vivir en las tablas sanjuaninas. Dice Jean Paul Sartre: “La metafísica no es una discusión estéril sobre nociones abstractas que escapan a la experiencia, es un esfuerzo vivo por comprender desde adentro la condición humana en su totalidad”. Fernando Gonzales, una velada metafísica se hizo espejo de este esfuerzo y nos propuso un teatro reflexivo, empático, antropológico, epicúreo y ante todo, latinoamericano.
 Una velada metafísica y brechtiana. En busca de una suerte de ataraxia escénica, la obra penduló entre la escena y el relato. Los actores entraban y salían de sus personajes, gestus que sirvió a la articulación constante entre el decir y el mostrar. Entre los aspectos anti-ilusionistas contamos el discurso en tercera persona, la descripción del personaje dicha al espectador, la incorporación de cantos y el humor como técnica de distanciamiento en los momentos de gravedad emocional.  
Diálogos, anécdotas, lirismo metafísico y pasión racional, a esta creación colectiva no le faltó nada y, si bien puede que el espectador no conociera la vida y obra del escritor colombiano, imposible fue no reconocer el realismo mágico que dotó la escena de familiaridad y acortó la distancia entre obra y espectador. Asimismo, no podemos dejar de mencionar la presencia en el texto del tradicional teatro político colombiano.
Fue posible rastrear la metafísica, promesa inscripta en el título, no sólo en el tema, sino también en la puesta, a través de la elección y la combinación de algunos elementos y soportes sígnicos. Estuvo presente la metafísica en su expresión plástica, apelando a los objetos despoblados de tiempo, objetos casi eternizados a través de una poética composición lumínica que estetizó las imágenes escénicas. Esto se apreció principalmente  con la aparición en escena de una pequeñísima silla en la que el actor se sienta; acción bella y atemporal. Un instante con valor propio.
Respecto a la propuesta filosófica de la obra, destacamos la invitación a trascender la religión en busca de una religiosidad experiencial. La obra propone dos elementos esencialmente humanos, el humor y el mito, como instrumentos para  verdaderamente  re-ligar a los espectadores; un humor que nos da la posibilidad de reírnos de nosotros mismos, de nuestras propias creencias, y un mito, el del génesis, que, aunque completamente desacralizado, vuelve a reunirnos en comunidad a través de la risa. Finalmente, un teatro que, con su arte, parece cumplir con la labor hoy inacabada de las instituciones clericales, la reflexión  y la vivencia comunitaria.

Jorge Fernández
Yanina Solís