miércoles, 24 de noviembre de 2010

Locos a Tar



FICHA TECNICA:
Dirección y puesta en escena: Rosita Yunes
Asistencia de dirección/técnica: Marta Sisterna
Diseño escenografía y vestuario: Grupo Sobretabla
Diseño e iluminación: Leandro Martínez; Laura Villaflor;
Rubén González Mayo
Texto: Fernando Arrabal
Actores: Juan Bercerra (Fando); Andrea Gentili (Lis);
Virginia Martínez (Namur); Laura Villaflor (Mitaro);
Leandro Martínez (Toso).
–Juguemos.
– Si eres un gran pianista y te corto un brazo, ¿qué haces?
– Me dedico a pintar […]
– Si eres un gran pintor y te corto el otro brazo, ¿qué haces?
– Me dedico a bailar.
– Si eres un gran bailarín y te cortan las piernas, ¿qué haces?
– Me dedico a cantar.
– Si eres un cantante y te corto la garganta, ¿qué haces?
– Como estoy muerto, pido que con mi cuerpo se fabrique un hermoso tambor.
– Y si quemo el tambor, ¿qué haces?
– Me convierto en una nube que tome todas las formas.
– Si la nube se disuelve, ¿qué haces?
– Me convierto en lluvia, y hago que nazcan las hierbas.
– Ganaste. Me sentiré muy solo el día que no estés.
– Si algún día te sientes solo busca la maravillosa ciudad de Tar.
Al igual que Fando y Lis, el elenco Sobretabla también va en busca de una utopía, conmover al público; y es con este objetivo que se vuelcan todos los esfuerzos en la obra. Bajo la dirección de Rosa Yunes, encontramos una propuesta enfocada en lograr una unidad estilística desde todos aspectos de la puesta, haciendo hincapié en la importancia simbólica de cada elemento en escena.
Así es como hallamos una espacialidad escénica que se construye y se modifica desde la conjunción de tres factores esenciales. El primero de ellos es el escenográfíco, que no se instala como mera ornamentación, sino que en su diseño conjuga organicidad y funcionalidad. Al tiempo que la escenografía es refugio de los personajes, construye un espacio circular que apuntala la simultaneidad de escenas, como también refuerza desde los desplazamientos de los personajes la idea de recorrido.
El segundo factor que se conjuga con la escenografía es el trabajo lumínico. Funcionando comocorrelato de los actores, la luz crea espacios, recrea campamentos, marca caminos, oculta, desnuda, agrede, acompaña y, de una forma u otra, representa constantemente la posibilidad de crear un mundo.
El tercer factor es el de las actuaciones. Divididos los personajes en dos grupos, cada uno de ellos pone en juego, desde la construcción de sus relaciones internas, la tensión entre humor y crueldad propia de lo humano que plantea el texto. Fando y Lis se desplazan continuamente entre una tierna intimidad y una bestialidad descarnada. Son guiados todo el tiempo por una dependencia mutua (física o afectiva) que por momentos deja al descubierto el motor de una relación signada principalmente por el egoísmo. Así aparece en escena un registro actoral marcado por gestos y movimientos propios del mundo infantil, los cuales en ocasiones son sobrepasados por el texto. Es importante destacar que Claudio Becerra como Andrea Gentili, hacen un esfuerzo constante lo cual les permite retomar con habilidad el registro.
Por otro lado el desarrollo de los personajes encarnados por Laura Villaflor (Mitaro), Virginia Martínez (Namur) y Leandro Martínez (Toso), quienes juntos constituyen un trío que desde la simultaneidad de agresión, dureza y ternura instalan en la obra, a modo de metáfora, lo absurdo de la vida contemporánea y sus conflictos mientras se dirigen a la imaginaria Tar.
Fando y Lis está constantemente cruzada por profundas dualidades y contradicciones cuidadosamente establecidas para hacer de la obra un efectivo espectáculo “Pánico”. Hace circular al espectador entre el humor y la crueldad, despertando (alternadamente) la risa y la angustia prácticamente sin pausa. Sobretabla quizás no conmueva, ni jamás llegue a Tar, pero plantea una pregunta hasta el final ¿Hasta que punto somos completamente culpables o inocentes?
Federico Hueso

martes, 9 de noviembre de 2010

Fando y Lis


FICHA TECNICA:

Dirección y puesta en escena: Rosita Yunes

Asistencia de dirección/técnica: Marta Sisterna

Diseño escenografía y vestuario: Grupo Sobretabla

Diseño e iluminación: Leandro Martínez; Laura Villaflor;

Rubén González Mayo

Texto: Fernando Arrabal

Actores: Juan Bercerra (Fando); Andrea Gentili (Lis);

Virginia Martínez (Namur); Laura Villaflor (Mitaro);

Leandro Martínez (Toso).

El pasado 15 de agosto en el marco del Segundo Festival Nacional de Teatro “Ruptura”, se presentó la obra “Fando y Lis” del grupo teatral Sobretabla bajo la dirección de Rosita Yunes. Con texto de Fernando Arrabal, durante los cuarenta minutos que duró la función, el público sanjuanino tuvo una sobredosis de teatro del absurdo, con Ionesco y Beckett sobrevolando la escena. En cuanto al argumento poco se puede decir, ya que la obra deja de lado la lógica narrativa de causa y efecto y tal como ocurriría en un poema las imágenes y situaciones tienen la función de acumular e intensificar el mismo tema “el absurdo” en todas las facetas, que ya en este siglo XXI, conocemos de memoria: la soledad, la incomunicación, la opacidad del lenguaje, el fracaso de la ciencia y de la razón, el discurso de la historia como una más de tantas versiones, y por supuesto, la ausencia de dios.

A los personajes, a estos viajantes solo les ha quedado la presencia cruel y necesaria del Otro y la inercia de caminar para llegar a Tar, un sitio nuevo, no sabemos si mejor. En cuanto a la puesta, la obra propuso una escenografía simple y más bien despojada de cualquier elemento que pudiera distraer al espectador del único protagonista de la noche “el texto”. En el centro del escenario un árbol les marcaba a los personajes su movimiento cíclico y circular alrededor del mismo, una buena forma de solucionar los tiempos escénicos cuando se elige tener a todos los personajes juntos en escena diciendo largos parlamentos. Mientras estos personajes, siguiendo una extraña lógica espacial, caminaban, se desplazaban y se tocaban, la luz nos iba indicando dónde debíamos poner nuestra atención, apelando a un recurso sencillo pero siempre eficaz. Respecto a las actuaciones, Juan Becerra (Fando) se destacó sobre las demás, y esto ocurrió así, ya que de los cinco actores en escena fue al único cuyos parlamentos pudimos oír claramente y sin problema de dicción. No obstante, el esfuerzo de los actores se hizo notar, no así la presencia de una poética de dirección definida que guiara este esfuerzo.

Para concluir, podríamos decir que la ausencia de dicha poética convirtió la obra en un buen intento sin armonización ni organicidad, elementos estos que hubiesen evitado lo que finalmente sucedió, esa sensación “zapping” de estar viendo más de una obra a la vez.

Yanina Solís