Entrevistas


En torno a Luisa
Entrevista a Lorena López - Por Alejandra Silva
El Avispero, 16 de junio de 2011


 ¿Qué es para vos ser el personaje de Luisa?
Eh, a ver, en realidad para mí es bastante nuevo todo esto porque no hace mucho que hago teatro. Y es raro, porque es un poco como que me identifico pero no tanto con el personaje.  Pero es un personaje que marca en algún momento y te identifica como persona. Tiene una personalidad que todos tenemos en algún momento: un poco loco, o un poco extrovertido, un poco... no sé, un poco patético.

¿Cómo te llevás con ese personaje?
Bien. Medio a veces a las patadas. No, igual es algo que fluye mucho el personaje. No es que es un personaje muy estricto o muy cuadrado donde yo no pueda hacer cosas y divertirme, sino que fluye muchísimo el personaje.

¿Y vos cómo sentís que ha evolucionado el personaje desde que creaste a Luisa hasta hoy?
Ha evolucionado bastante desde el principio. Al menos como que lo tengo más incorporado al personaje, en ese sentido evolucionar. Es el mismo pero con más confianza desde mi persona.

¿Cómo encontraste, cómo construíste a Luisa y a Agustín?
Ehm... y... al principio me costó pero una barbaridad. A Luisa, encontrar a Luisa no fue tan complicado porque fue por casualidad, en realidad. El año pasado estábamos preparando otra obra y haciendo unas improvisaciones con Juanfra [López Búbica] y la Tachi, la directora, y salió como un personaje medio zonzo, tonto, así como que pobrecita, la nena, un personaje raro. Y al Juanfra le encantó. Y ahí bueno, salió el personaje de Luisa porque a partir de ahí me dijo el Juanfra “ese personaje es el quiero que hagás en Luisa”. Así que ahí salió. Y Agustín fue... fue dificilísimo... Ese sí fue difícil, fue re difícil. No me salía, no me salía, no me salía nada; probamos de diez mil formas. Probamos diferentes formas, diferentes voces, diferentes todo, una forma corporal diferente, que era con el cuello torcido, que iba a hablar así, con la lengua ceceosa, no sé qué, pero era... como era mucho texto, era muy difícil. Entonces le encontramos justo la vuelta de... ser medio encorvado, curcuncho y con la boca abierta, y ya bueno, ir probando una voz gruesa y salió.

Recién me contabas cómo empezó a surgir Luisa, ahora te pregunto sobre la obra, no sobre el personaje, ¿cómo se encontraron con el texto de Luisa?
En realidad al texto lo encontró el Juanfra. El Juanfra tenía un texto que le habían pasado, que le había gustado hace mucho y que le había propuesto a otra chica hacerlo, hace como tres años, cuando todavía no nos conocíamos. Y quedaron que sí, que no, que sí, que no; y bueno, quedó en la nada el texto y lo guardó. Y después de ese... de la improvisación que hicimos con una compañera, el Juanfra a los dos o tres días se juntó primero con la Tachi, le dijo, “mirá Tachi, tengo este texto, estaría bueno hacerlo”. Y después a él se le ocurrió y si le digo a la Negra que lo haga, y bueno. Y ahí quedó, un día a la noche a mí solita me dijo, a ver cómo reaccionaba, que si quería hacer el texto. Yo le dije, sí, de una, seguro. Un miedo terrible me dio igual, porque era mucho texto. Pero bueno, era la primera vez que me tocaba algo sola y tenía que hacerlo. Yo en ese momento dije sí, no hay drama, no hay problema. Después me di cuenta de lo que es el texto, es muy difícil y me quería morir. Decía ¿por favor, por qué estoy haciendo esto?, ¿y si no me sale?, ¿y si qué se yo, me equivoco? Y me costó mucho el texto, trabajarlo fue una cosa terrible, yo me lloraba todo en el texto. Siempre lloraba, lloraba, lloraba y yo no encontraba nada gracioso, nada. Y bueno, fue ahí cuando encontramos a Agustín después de todo ese proceso.

¿Y qué parte de la puesta fue el aspecto más difícil de resolver?
Eh... lo más difícil... Eh... las luces no, porque a las luces la Tachi las tiene súper claras. Y eh... la parte técnica para nada... Por ahí un poco más, lo más difícil, fue el personaje.

¿Hay una pifia que recuerdes en alguna función?
La peor creo que todos la conocen porque yo se la he contado a todo el mundo igual. La peor pifia de todo, de las tantas funciones que llevamos, fue el estreno. Me comí una carilla entera de texto. Eso fue lo que, lo que más recuerdo, lo más... Y lo peor, para mí fue terrible haberme olvidado... no, no me olvidé, en realidad se me borró toda esa parte de texto. Se me borró pero mal, mal, mal. Y eso te pasa siempre o no te pasa nunca más. Y a mí por suerte no me pasó nunca más.

¿Tenés alguna cábala teatrera?
Yo tengo un, por ejemplo, una traba de la ropa... me la pongo del lado de adentro de la falda, que no se ve. Es una traba de gancho grande, grandota. Es como que, es parte del personaje. Pero más que cábala... no, tomarme un té antes y... nada más y relajarme y nada, y cantar, por ejemplo.

Y ahora pasando al teatro local, ¿qué te parece el movimiento teatral de la provincia de los últimos años?
Y ahora está bueno el teatro. Yo al menos cuando llegamos con la Tachi, nosotras estuvimos en la técnica del Ariel en una obra Desvestir santos que hizo el Ariel. Y desde ahí ya estaba empezando a cambiar el teatro, con esa obra. Para mí, desde ahí nosotros empezamos a ver el teatro más a fondo acá. Y no había mucho teatro cuando nosotros llegamos, había una obra por mes. Era muy poco. Estaban las mismas salas de ahora, pero no había mucha producción, no estaba muy interesante.

¿Vos ves que hay más producción?
Sí, ahora hay mucho más; mucha producción hay. Como que los grupos se han puesto las pilas a querer hacer cosas. Yo creo que cambió a partir de que el Ariel, Sampaolesi, empezó con su... con... a laburar como representante. Creo que ahí fue un quiebre de cosas, de viejas tradiciones o viejas cosas que habían en el teatro. Empezó a cambiar todo, sí, como que se empezó a generar muchas cosas.

¿Y con respecto a las estéticas que ves en San Juan?
Lo mismo que te decía recién, son muy diferentes las estéticas de un grupo al otro. Nosotros tenemos una estética particular y en nuestro grupo el realismo pasa por otro lado. No son obras realistas, realista a full. Luisa es una obra realista, en realidad, porque es un personaje común, un personaje cotidiano, con elementos cotidianos y elementos comunes. Pero de qué forma se utilizan esos elementos, o sea, no se utilizan de una forma común. Y usamos como signos de la obra, usamos la iluminación. Ahí ya pasa a ser otro personaje... Entonces es signo, signo, todo es signo. Todo: el saquito, la falda, la enagua, las medias, el zapatito, todo. Y significante. Más que simbólico, pasa a significar otra cosa. Una mesa de luz: pero vos la ves a la mesa de luz y ella se sienta arriba de la mesa de luz. Y no es común que alguien se siente en una... le da otro clima. O sea, es realista, pero no tanto, pasa por otro lado.-