domingo, 23 de noviembre de 2014

Come on, here's gonna be a party



Ficha técnica

Obra: Kassandra
Grupo: Documenta/Escénicas (Córdoba)
Texto: Sergio Blanco
Actuación: Martín Suarez
Música en escena: Pablo Cécere
Asistente de Dirección: Viviana Grandinetti
Diseño y realización del mapa: Guadalupe Suárez Jofré
Diseño gráfico: Lucas Chami
Prensa: Victoria Conci
Producción: Gisele Chaui
Dirección: Cipriano Argüello Pitt

Antes que nada, Kassandra con K es Casandra con la kappa del griego. Todo es Grecia, la Antigua Grecia, aquella que tenía una contaminación idiomática, que manejaba el idioma universal, un tanto apaleado por las zonas conquistadas. Para hacer un paralelismo con el presente, ese griego vendría a ser el inglés que muy bien podría uno hablar con aires de naturalidad.
En la entrada, Cipriano frente a una serpentina sobre la cual hay una olla con un guiso de cordero. El delantal le hace justicia, lo lleva porque es un cocinero. A la izquierda, una mesa con pernil de cerdo. A la derecha de esa mesa, empanadas. Jugo, vino tinto, agua. En otra habitación hay una mesa de dulces, café, té. Domingo 14:30 horas, hora de almuerzo de domingo.
¿Sillas cerca del mesón o patio de butacas? Sillas. Este es el detalle del aquí y ahora de esta función de Kassandra. En la función del festival hubo sin dudas más de 50 personas en la sala. En Córdoba, en su hábitat natural, este espectáculo tiene capacidad limitada, y son 20 personas, solamente en sillas que se ubican alrededor de la mesa. ¿Qué pasa cuando hay dos estratos de público? Por un lado: público-signo, público en la escena, y, por el otro, público al resguardo de la oscuridad del patio de butacas. El segundo ve al primero como signo. El primero se siente en situación de actuación. ¿Qué pasa si cuando estoy metiéndome un bocado a la boca se me cae al piso? ¿Los que están a la sombra ven más de lo que quiero mostrar? Los sombríos quizás piensen que los que estamos sentados hemos sido convocados por el director minutos antes, al menos, quizás hemos tenido sesiones por Skype, (seguramente somos amigos por Facebook) para acordar pequeñas directrices: “Cuando el actor haga tal cosa ustedes tienen que reírse”. ¿Dónde termina la representación? ¿Quiénes representan? ¿Todo el tiempo hay representación? ¿Hay representación? ¿Este muchacho que se dice ser Kassandra y que cuenta una historia actualizada del personaje griego no puede estar jugando con el biodrama?
“Come on, here’s gonna be a party” augura Kassandra, no sé si una fiesta, lo que sí, un banquete, la mesa está servida. En este caso creo que la fiesta la sigue dando el hecho escénico, el accidente, la luz que sirve para cerrar un concepto en la última escena que se ha quemado y que el iluminador tiene que malabarear signos. Este efecto observador-observado, estos niveles de la representación son el halo mágico que nos regaló el teatro en esta función, en este festival. Kassandra que es Casandra pero que no lo es, como reza el programa. Los espectadores que son espectadores-en-escena pero que no lo son. La idea de que todos representamos, sin necesidad de estar en escena para ser signos. La vida como teatro. El teatro en la vida. El banquete. La fiesta. El ritual, lo que diferencia el ritual del hecho teatral es el grado de participación: en el ritual todos participan, están dentro de “la escena”, en cambio en el teatro unos participan y otros miran, hay escena y patio de butacas, platea. En esta fiesta todos somos partícipes, entre todos nos miramos, puede ser un accidente que el espectáculo se llame Kassandra y no Ven jazmín.


Benjamín Slavutzky

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