domingo, 23 de noviembre de 2014

La condena de las elecciones

Ficha técnica

Obra: Medea 99.98º C                                                                         
Grupo: Lanotannegra Teatro (San Juan)
Autoría: Natacha Saez y Juan Francisco Lopez Búbica.
Actuación: Lorena López y Javier Cerimedo.
Asistencia de dirección: Rocío Pérez Battias.
Dirección: Natacha Sáez

A la manera de las tragedias clásicas, la diosa de la discordia nos adelanta con su corporalidad a contraluz la acción dramática. El espacio donde se desarrolla la acción es el palacio de Corinto, representado a partir de la iluminación con velas en candelabros y lámparas de luz cálida. Para diferenciar los pensamientos de los diálogos, dos luces caen de modo cenital en cada lateral del espacio escénico, permitiendo diferenciar el mundo interior de Jasón y Medea. El dominio plástico también funciona para situar la tragedia. Telas blancas puestas en cruz sobre el suelo cumplen al menos dos funciones en escena: además de ambientar el palacio cual alfombras, al ser manipuladas por los actores representan la vida de los bebés. Para sintetizar el cambio de estado aparecen por única vez telas de color rojo que determinan el momento fatal en una escena minimalista. En ella, el uso puntual de la luz y la manipulación de los objetos dentro de pequeñas cajas de muñecos provocan un patetismo singular.
En el campo gestual las expresiones de Medea son calculadas y macabras, mientras que Jasón a partir de su dolor manifiesta sus emociones de ira y violencia despiadada contra la impía. La relación corporal de ambos actores en el espacio escénico evidencia los límites de su cordura y en una escena su despliegue permite que Medea simule una voz en off. En cuanto al registro textual que manejan es notoria una disonancia entre un lenguaje clásico y el actual. Sabemos que representan un mito de la Grecia Antigua, pero sus discursos por momentos nos demandan una actualización del problema. También provoca un sentido similar el vestuario: el diseño moderno de las togas y el tocado con encaje de Medea modernizan la acción.
La iluminación a velas y electricidad, el registro textual y el vestuario permiten que los espectadores relean el mito con posibilidad de actualizarlo y de detectar en Medea el arrastre de las prácticas heteronormativas desde los orígenes de la tragedia clásica occidental hasta su reinterpretación presente. El pensamiento de que la mujer es una incubadora humana con incondicional amor a los hijos de su sangre está naturalizado históricamente. Una vez fecundada por un hombre, su función indelegable es encargarse del resultado de sus encuentros sexuales. Aquella mujer que duda de su instinto materno es vigilada y castigada por justicia de la opinión pública. Medea no sólo mató a sus hijos para conmover a Jasón, sino que nunca los amó. Los observó gatear y dio su pecho a criaturas que, si bien salieron de su vientre, ella siempre sintió ajenas. El amor por su compañero Jasón hizo que diera a luz y el odio por el Jasón infiel motivó la acción que la condenó a la infamia.

María Gracia Nebro

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