miércoles, 11 de noviembre de 2009

Valeria resiste

Obra: La Permanencia
Grupo: Círculo de Tiza Teatro
Género: Drama
Autor: Juan Carlos Carta
Actúan: Andrea Huertas, Silvio Guevara y María Victoria Díaz
Puesta en escena y dirección: Juan Carlos Carta.

Revivir una época de dolor nacional, que repercute, necesariamente, en nuestro presente, siempre implica un nudo en la garganta y nublazón en la vista. Sin embargo, la posibilidad de revivir, en sólo un escenario de 3 por 3, con 3 actores-personajes y 30 minutos, las 30000 historias de las víctimas de la dictadura es bastante más difícil de encontrar. El reprimido preso y torturado o desaparecido, el que se pasó de bando y el del otro bando reunidos en un texto construido bajo una mirada unilineal de la dictadura militar argentina iniciada en la década del setenta.

Para presenciar “La permanencia”, entramos en una sala en la que hay que asomarse a la escena por la estrechez del espacio; ya sabemos, vamos a ver lo oculto. La puerta de entrada al encierro de Valeria es angosta, como espectadores, nos sentimos encerrados igual que ella.

Una mujer descalza, cabizbaja y un hombre que aparenta querer ayudarla enredados en un relato inundado de la esfera política, pero que deja entrever una historia de amor (sin duda enfermizo) entre el secuestrador y la secuestrada. (Una caricia mientras ella duerme, disimular al ser descubierto.)

Una tercera: la que ha pasado por los dos bandos y eligió quedarse del lado del poder. Un personaje duro, caracterizado perfectamente, sin fisuras: en la expresión, los altos decibeles de la voz, el vestuario (un traje sastre) y el peinado recogido. Una historia hecha de instantáneas en las que, durante los apagones, pasa lo más oscuro. A Valeria le piden datos. Al principio, con consejos cariñosos como recurso, pero que, a medida que pasa el tiempo sin las declaraciones que esperan, crecen en violencia. Valeria resiste el encierro, los gritos, los golpes, incluso la picana. Pero se rinde ante la violación de su captor. Cuando ellos se le meten adentro, justo un paso antes de ser convencida (y en un clímax muy bien logrado), Valeria tiene que elegir entre la entrega o la muerte. Fiel a sus principios, elige la segunda, justificándose: “La muerte no tiene potestad”.
Dana Botti.

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